viernes, 22 de enero de 2010

Santorini

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Santorini es una de las islas principales del archipielago de la Cícladas, en el mar Egeo; de origen volcánico, hace unos 35 siglos, sufrió una erupción masiva que causó la explosión del cono, dejando una enorme caldera, de unos 19 km. de diámetro por 400 metros de profundidad. Entonces, la forma de la isla cambió de ovoide a una media luna, dejando una estrecha franja de terreno el en horizonte – Therassia- que no llega a cerrar un arco. Hace unos 500 años el volcán – Nea Kaimeni- volvió a repuntar desde el fondo marino.




El corto trayecto por carretera de Fira a Oia, que discurre contra la caldera – al este de la isla- permite hacerse una idea aproximada de la magnitud del cataclismo: continuos plegamientos del terreno y estratos superpuestos de cenizas, piedra pómez y escoria volcánica, junto con laderas fracturadas por la explosión y piedras o bombas de más de un metro de diámetro, que aparecen diseminadas por sus campos. Todo ello permanece como un vivo testimonio de aquel suceso.

Aunque Santorini haya sido un lugar apocalíptico – en la actualidad y paradójicamente- es de lo más tranquilo; eso sí, siempre bajo la vista amenazadora del volcán y la presencia de algún que otro pequeño terremoto. ¿Quo usque?, que diría un latino.



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Las edificaciones cicládicas son cuadradas y cilíndricas, pensadas con funcionalidad – por exceso de sol y viento del lugar- y hechas economía de medios – piedra volcánica y mortero- en su mayoría encaldas, con puertas y ventanas siempre azules; en ocasiones, decoradas en su interior con un amuleto: el óculo.

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Estas construcciones aparecen dispersas por la isla o agrupadas entorno a los dos núcleos principales de la isla: Oia y Fira, donde están abigarradas al borde de la caldera, formando conjuntos cubistas que van cambiando de forma y color, según discurre el día.

El paisaje urbano se completa con empinadas callejuelas, escaleras y terrazas adosadas a los edificios y – como dispuestas en zig-zag- diminutas iglesias que destacan sobre un entorno caótico por sus cúpulas de azul cobalto, rematadas siempre con una cruz.

Mi lugar preferido es Oia – “ia”, pronunciado en griego-, por donde pasé un atípico día de eclipse de sol, el 3/10/05. El hecho de que, en estos casos, se produzca una extraña combinación de sombra sin nubes y viento racheado, que termina volviendo a despejar y recalentar, hizo que la visita resultara más sugestiva.

Una puesta de sol en Fira – desde una terraza del selecto Cafe Classico, disfrutando de un helenikó café, o desde cualquier anónima callejuela- es un momento para no olvidar, que invita a escribir: … “el mar está en calma, como un gran lago entre montañas. El Sol empieza a caer entre Nea Kaimeni y Therassia. Las fachadas de los edificios resplandecen y, lentamente, se van tostando a medida que llega el ocaso, hasta quedar en penumbra. A mi derecha una franja rojiza de terreno se extiende hasta Oia, que es solo una lejana mancha blanquecina. Apenas si corre la brisa y solo se oye un ligero murmullo que se va mezclando con música. A mediados de Octubre de 2005, hay poca gente por aquí y casi todos estamos disfrutando el momento”.

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De la belleza del lugar dan alguna idea estas fotos, pero mejor aún –y siempre a falta de poder presenciarlo en vivo y en directo- las acuarelas del dueño del blog pintor motreil.

domingo, 18 de octubre de 2009

Uma visita ás caves do vinho do Porto

Quizá sea dar un largo rodeo subir a la torre de la Igreja dos Clérigos antes de visitar las bodegas, pero este capolavoro del italiano Niccoló Nasoni es también a torre mais alta de Portugal, según repiten las guías turísticas, desde el campanario hay una vista espectacular de Oporto, en especial, de la Rivera do Douro.

A la izquierda y en un alto, se ve la o catedral, un románico robusto de aire militar y, junto a ella, el Pazo episcopal, de estilo neoclásico, rodeadas ambas de un mar de tejados rojizos orientados en todas la direcciones.


Cerca de la Igreja dos Clérigos está la Estaçao de Sao Bento, que es una de las más bonitas que conozco, decorada con alguno de los mejores ejemplos de azulejo historicista, en azul marino y blanco, obra de Jorge Colaço.


Siguiendo por Rúa Mouzinho se llega a Rúa S. Joao y a mitad de la calle se encuentra la Feitoria Inglesa, un sólido edificio granítico, edificado en 1790, en estilo neopaladiano, que ha sido tradicionalmente el club británico de exportadores de Oporto, donde todavía hoy se reúnen semanalmente para celebrar algún vino y comer espléndidamente; no en vano, junto a su puerta de entrada, hay una placa que reseña la historia del edificio y... la amplitud de sus cocinas.

La Rua S. Joao va a desembocar a la Plaça de la Rivera, la entrada a Cais dos Guindais, el embarcadero de la ciudad y, a la vez, paseo lleno de tiendas, terrazas de cafés y restaurantes, que es siempre un fluir de turistas y portuenses o tripeiros.

Al final del paseo está el emblemático Ponte D.Luiz I, feliz idea de un discípulo de Eiffel, que todavía hoy impresiona recorrer para llegar a la otra orilla, Cais dos barcos Rabelos, ya en Villa Nova de Gaia, donde están las cavas del Oporto.

El vino llega hasta aquí desde las Quintas - hoy, en camiones cisterna; antes, en románticos rabelos-, una vez encabezado con aguardiente, reposa durante años en grandes pipas y pequeñas barricas de roble, dependiendo del mayor o menor contacto con la madera que necesite su elaboración.

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Las bodegas más visitadas son las más cercanas al puente - sobre todo Calém, muy bien estructurada y didáctica-, pero no ha que perderse tampoco otras: Sandeman, Ramos Pinto y Ferreira, ésta última - situada al final del paseo- me parece la más recomendable porque es la que mejor conserva el aire de una bodega del siglo XIX. Además, es una de las marcas que más contribuyeron a definir la personalidad del vinho do Porto, aunque, en la actualidad, ya no posea las mejores quintas.


Existe una segunda línea de bodegas encaramadas a la ladera, de más dificil acceso porque hay que serpentear por callejuelas estrechas y empinadas, que eran las más codiciadas antiguamente por los vinateros, cuando el Duero no era un río regulado y las súbitas crecidas ponían riesgo de pérdida el vino depositado en las bodegas más próximas a la orilla.



Una de mis bodegas preferidas en Graham´s - y, aunque está algo alejada, ya que dista a 1.5 km. del puente- la invitación que hace la marca a visitar sus instalaciones incluye el transporte y la cata del vino. Sólo por las vistas de la desembocadura ya merece la pena ir, pero además tiene unos vinos excelentes. En la visita que hicimos, en octubre de 2007, probamos un branco, refrescante y sin sabor a esmalte, un estructurado LBV y un tawny de 10 años, maderizado y con mordiente; pero sin duda lo mejor fue el six grapes, un precioso rubí, afrutado y pleno de sabor.

Com un botao ja é bastante, dicen los portugueses, aunque si alguien tiene ganas de más, de vuelta al ponte D.Luiz I, puede parar a la altura de Quinta do Noval y subir hasta Taylor, que tiene de los mejores vino y unas bonitas vistas; frente a ella está - una vez más-la Torre dos Clérigos, destacando como una atalaya sobre la silueta de Porto.
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Creo que despuès de un recorido como éste ya sólo queda buscar un restaurante donde pedir un bom bacalhau e ... bom proveito!

miércoles, 6 de mayo de 2009

La Estatua de la Libertad en París








La estatua está realizada en bronce fundido y mide 11,5 metros – la cuarta parte que la Estatua de la Libertad de Nueva York –. Se localiza cerca del puente Grenelle, en la Isla de Cygnes (isla de los cisnes), una isla creada artificialmente en el río Sena.



La estatua fue regalada a Francia por la Comunidad parisina de los Estados Unidos de América para celebrar el centenario de la Revolución Francesa, siendo inaugurada en 1889. Inicialmente fue colocada mirando al centro de la ciudad de París – a pesar de contar con la desaprobación del escultor Frédéric Auguste Bartholdi, autor de la Estatua de la Libertad que se encuentra en Nueva York –, pero años más tarde se modificaría su orientación para que la estatua mirase a al oeste, de frente a su hermana mayor.

miércoles, 1 de abril de 2009

Góndolas en Venecia





Il ferro es quizá el elemento más llamativo de las góndolas. Y además, de ser un adorno – que representa los sei sextieri o barrios venecianos-, sirve, principalmente, para defenderse y/o minimizar las colisiones con otras embarcaciones que circulen por los estrechos canales.
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El nombre de góndola – según dicen los etimólogos- viene del griego kónduros, que significa de cola recortada; así que, también aquí la parte sirve para designar el todo.






Vista desde arriba la góndola no es simétrica – es decir, tiene forma de creciente lunar- está más curvada hacia estribor; lo cual permite al gondolero – situado en la popa y hacia babor- apoyar el remo en la fórcola para impulsar la embarcación; en vez de hacer que ésta gire sobre sí misma.





La fórcola es un prodigio de ingenio y el resultado de una larga evolución en el tiempo, se construye en madera de nogal y permite - en 8 posiciones - usar la pala indistintamente como remo, timón, palanca o simultanear varias funciones.








Proa y popa están ligeramente alzadas; lo cual, junto con el fondo casi plano de la embarcación, permite a los gondoliére maniobrar con rapidez, pese a la excesiva eslora. Naturalmente, esto las vuelve inestables en el gran canal e impracticables en la laguna; pero para esas finalidades, ya existen, respectivamente, los traghetti y las barche.

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El color negro, que tanto morbo tiene para algunos, viene – imagino- del antiguo calafateado de las embarcaciones, sustituido – luego- por un lacado sucesivo. ¿Y el rojo bermellón de las butacas? Viene – creo- del granate utilizado en el antiguo estandarte veneciano, que algunos gustan sustituir por brocados, también muy venecianos.




viernes, 20 de marzo de 2009

Il Vetro Veneziano

El vidrio tiene un origen muy antiguo; desde luego, no lo inventaron los venecianos; aunque su producción aparece asociada a la ciudad casi desde sus orígenes, según sus cronistas.

¿Cómo se llegó a identificar Venecia con el vidrio? Venecia fue desde antiguo un puente entre Oriente y Occidente, consecuencia de sus intercambios comerciales. A partir del siglo XI, asimilan las técnicas más modernas de su elaboración y pronto superan a los mejores fabricantes de vidrio de su tiempo: egipcios y sirios.
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El acceso a materias primas de calidad, fruto del comercio y/o de sus propias posesiones en terra ferma, permitió rebasar a sus competidores. Pero, quizá, fue la creatividad de las formas lo que hizo más apreciadas las elaboraciones de sus maestri vetrai.


Después de 1291 la industria se desplaza y concentra en la isla de Murano, no sólo para evitar incendios pavorosos como el ocurrido el año anterior, que arrasó media ciudad, sino también – y cada vez más con el paso del tiempo- para tener vigilados a los operarios de esta industria que tenían prohibido ejercer su oficio fuera de los confines de de la República, con riesgo para su vida y familia si lo infringían.

Se cuenta la anécdota del emperador Federico III, que visitó Venecia en 1488 y a quien el Dux y el Senado le mostraron orgullosos un maravilloso vaso fiorito; el invitado no dudó en elogiar las cualidades del artista, pero – después y como sin querer- dejó caer el vidrio, que se rompió en mil pedazos. “Ay! ¿Qué ha sucedido? Ahí tenéis – dijo- en que aventajan los vasos de oro y de plata a los de vidrio; hasta los pedazos son buenos”.

A parte de retratar al invitado, la anécdota sirve para poner de manifiesto la fragilidad de esta industria, muy regulada y protegida por las leyes de la República, pero que iría perdiendo progresivamente importancia con la aparición, un siglo después, de el cristal y la aplicación de teorías mercantilistas por las potencias rivales, que gravaban la importación de productos de lujo extranjeros e intentaban sustituirlos por los de fabricación nacional.
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Con todo, de las industrias tradicionales, es la que mejor subsiste en la actualidad. Y de ello se pueden ver buenos ejemplos por toda la ciudad, no sólo en Murano. Il mássimo – como dicen los italianos- es Pauly&Co., que tiene una tienda situada bajo los soportales de S.Marco, entrando a la plaza por Strada Nuova; sus vitrinas son espectaculares y no sólo por sus provocadores diseños … también por sus precios astronómicos.

jueves, 5 de marzo de 2009

Santorini, la perla de las Cícladas

La isla de Santorini está situada en el Mar Egeo y es considerada como la joya de las Cícladas, lo cual no es de extrañar, pues su belleza natural salta a la vista. El nombre actual de la isla se debe a los mercaderes venecianos de la edad media que, en honor a la patrona de la isla, la llamaron Santa Irene. La forma de media luna que posee Santorini se debe a la gran explosión volcánica que tuvo lugar entre 1628 y 1627 a. C. Como consecuencia de dicha explosión la mitad de la isla desapareció y se produjeron una serie de tsunamis que asolaron el Mediterráneo Oriental.